La sanidad valenciana ha resistido el envite de la riada mejor que otros sectores de la Administración. El primer balance oficial deja cinco centros de salud —Catarroja, Aldaia, Alaquàs, Paiporta y Picanya— castigados, con la planta baja para reconstruir prácticamente; otros 52 afectados parcialmente, y unos 60 con pérdidas en material informático y en sus redes de conectividad. Según la evaluación de la Conselleria Sanidad, no hay ninguna instalación en ruinas o para derrumbar; hay, por ejemplo, 13 instalaciones educativas insalvables. El que no podrá volver a abrir sus puertas es el consultorio auxiliar de Beniparrell, cuyo edificio es propiedad del propio municipio.
Una vez asegurada la atención sanitaria, el objetivo es ahora reconstruir lo perdido e intentar recuperar la normalidad lo antes posible, con un presupuesto inicial de 108 millones, de los cuales ya se están ejecutando 34 mediante contratos de Urgencia. En el terreno asistencial se ha avanzado mucho en este mes y, por eso, casi 780.000 los valencianos y valencianas han podido recuperar los servicios perdidos y pueden ser atendidos en sus centros de salud como antes de la riada, con cita previa incluida. Según informan desde la Conselleria de Sanidad, este servicio sigue inactivo en Beniparrell, Massanassa, Catarroja y Albal. En datos de población, son 74.439 personas, según las cifras del Instituto Nacional de España (INE) del año 2023. Sin embargo, atienden a la población a demanda.
La primera decisión del departamento de Marciano Gómez fue que los 157 ambulatorios de los departamentos de salud afectados —Requena, la Ribera, Manises, Xàtiva y de tres de València, el Peset, La Fe, y el General— se dedicarán a atender las Urgencias. También en los hospitales; dos de ellos, los de Requena y Alzira perdieron el suministro eléctrico durante unas horas en la noche D. En un primer momento, aplazaron sus consultas y pruebas programadas. En principio, todas ellas han sido programas de nuevo y se ha informado a los pacientes sobre la fecha de su nueva cita a través de un mensaje de texto telefónico. Hubo centros, además, que no pudieron abrir sus puertas durante días. Pero, ahora, todos los municipios atienden a la población; bien en los propios centros de salud directamente, bien en los puntos de atención sanitaria desplegados por Sanidad.
Uno de los fenómenos derivados es el incremento de la atención domiciliaria, especialmente entre el personal de Enfermería. Los residuos y obstáculos en la vía pública y los problemas de accesibilidad en varios centros han provocado que algunos ambulatorios, como el de Paiporta, atiendan hasta 90 consultas a domicilio, cuando su número habitual diario rondaba una decena. Cabe tener en cuenta que la población mayor ha sido uno de los segmentos más vulnerables. Otros han sido los crónicos.
A 5.000 de ellos, Sanidad ha hecho un seguimiento desde el centro telefónico instalado en el hospital la Fe. El regreso de las citas previas no está reñida con las obras de reconstrucción, en las que está participando un operativo de más de 470 personas. Hay trabajos menores pendientes en muchos de estos 57 centros dañados, pero el grueso está en cinco centros de salud, donde las obras de reconstrucción de sus plantas bajas ya está en marcha.
Aún así, siguen atendiendo en los niveles superiores y, también, en módulos provisionales (barracones) instalados junto al edificio principal, a donde la población se acerca para ser atendida porque el ascensor no funciona y no pueden subir a las plantas en funcionamiento. Ocurre así en Picanya y Catarroja, por ejemplo. En este último centro y en Alaquàs, se ha instalado un método alternativo de acceso a la planta superior desde el exterior, con rampas para facilitar el acceso a la población con problemas de movilidad.
Es cierto que personal y pacientes están conviviendo con el polvo en suspensión y la humedad —problemas registrados en otros ambulatorios también—, pero las condiciones laborales y del ambiente siguen mejorando. También hay zonas con material o equipos amontonados en rincones, pero lo importante es atender.
¿Cuánto tiempo durarán las obras? Según las estimaciones de Sanidad, tardarán al menos medio año en disponer de edificios «totalmente acondicionados y disponibles en sus plantas bajas». Así lo explica el director general de Gestión Económica e Infraestructuras de la Conselleria de Sanidad, Pedro López, quien explica los trabajos «a nivel de tabiquería, revestimientos, techos y demás» en estas cinco instalaciones.
Más allá de las obras, se está invirtiendo en reparar la conectividad y reemplazar los servicios informáticos perdidos: 87 portátiles, 105 teléfonos fijos, 40 ordenadores de sobremesa y 15 impresoras pertenecientes a 60 centros. En este sentido, también se ha perdido parte del equipamiento para realizar pruebas médicas; de estas pérdidas no se han ofrecido cifras concretas. Según López, los contratos de emergencia han servido para reponer «ecógrafos, desfibriladores y ordenadores que eran necesarios en primera instancia».
En el ámbito de personal, Sanidad cuenta con dos herramientas para reforzar las zonas afectadas: la movilidad de hasta 90 días aprobadas en el decreto de constitución de las agrupaciones sanitarias interdepartamentales (ASI), conocidas popularmente como macroáreas; y los módulos de refuerzo. Aún así, el Consell prepara un decreto-ley para poder trasladar personal a la zona cero e, incluso, trasvasarlos temporalmente a otras consellerias o empresas del sector público; traslada al ámbito sanitario el decreto general de la Generalitat Valenciana en este sentido.
Riesgo epidemiológico en descenso
Las cuestiones de salud pública y el control epidemiológico han centrado la atención del grupo de expertos de Conselleria y Ministerio de Sanidad, cuyo seguimiento ha sido constante desde el principio. La situación «está controlada» y «mejor de lo esperado» como ha explicado, en varias ocasiones, Salvador Peiró, experto en Medicina Preventiva y Salud Preventiva y miembro de Fisabio. El balance de enfermedades se queda en cinco casos de leptospiria, tres de legionela y casos aislados de gastroenteritis. Según los informes iniciales, «más allá de las cuatro semanas, es poco probable que se registren problemas de salud relacionados con enfermedades infecciosas». Después del primer mes, por tanto, el riesgo comienza a descender, aunque Peiró remarca la «importancia de seguir con la vigilancia»; al menos, hasta que se restablezca la salubridad del alcantarillado. n