Valencia por la reconstrucción

Los otros héroes: fontaneros, electricistas, tractoristas y otros oficios clave que dieron socorro

J. M. bort / J. M. Vázquez

El desbordamiento del Barranco del Poyo se llevó por delante mucho más que negocios y vehículos. Instalaciones básicas de luz y agua públicas y particulares quedaron inutilizadas por las inundaciones en todos los municipios afectados. Un problema de primer orden frente al cual hubo una respuesta desde el minuto uno: La de la solidaridad de todos aquellos profesionales, desde fontaneros a electricistas, que han estado trabajando para que la ciudadanía pueda recobrar esos suministros básicos.


«Yo vengo de Getafe, estoy aquí en Picanya desde el segundo día y he podido reponer la luz a más de una docena de viviendas. También he ofrecido mi ayuda al Ayuntamiento. No me lo pensé dos veces en cuanto vi las imágenes por televisión. Los electricistas son necesarios en una situación tan catastrófica como esta», declaró a este periódico Paco Bosch, un profesional de la electricidad en la calle Marqués del Túria de Picanya, frente al consistorio, el pasado 2 de noviembre.


«Hemos cambiado fusibles y prolongado enchufes para que pudieran cargar el móvil o conectar una nevera», señala Diego Navas, electricista de Paiporta, sobre algunas de las numerosas misiones que ha emprendido tras la tragedia. «El primer día éramos unos cuantos trabajando, pero poco a poco se han ido añadiendo más», resalta.


Paco y Diego son solo dos de los cientos de profesionales que reaccionaron con celeridad y espíritu solidario a la riada que sufrió gran parte de la provincia de València. No solo llegaron electricistas de otras partes de la Comunitat, y del territorio español, sino fontaneros, mecánicos, instaladores de gas, tractoristas, conductores de grúas, ascensoristas y otros profesionales de sectores claves en reconstruir los daños. Especialistas en sus respectivos oficios que han desempeñado, y siguen haciéndolo, un trabajo incalculable y que no han salido en los medios de comunicación como el resto de voluntarios. La labor de los agricultores llegados de otras comarcas, y también de otras comunidades cercanas, ha sido clave para la retirada de los vehículos de las calles antes de la llegada de los militares.


El gremio de los fontaneros también tiene una importancia capital en la reconstrucción, ya que muchas bajantes se han roto o tienen fisuras importantes provocadas por la presión del agua o incluso al ser golpeadas por los propios vehículos después de inundarse. De hecho, el agua acumulada se contaminó más en muchos sitios al juntarse con las aguas fecales en los garajes. Ayuntamientos afectados hicieron un llamamiento «a todos los fontaneros de España».


La labor conjunta de electricistas y fontaneros resultó fundamental desde los primeros días, ya que había —y sigue habiendo en algunos puntos— graves problemas con el suministro de agua en las comunidades de vecinos «porque muchas bombas de presión se han averiado en muchos edificios». Es por ello que los afectados instaron «a todos los electricistas que puedan venir» para reparar los sistemas de presión «y garantizar el suministro adecuado a todos los vecinos, especialmente a aquellos que viven en los pisos más altos», indicaron distintas fuentes municipales.


Según los datos, tanto de las patronales de los instaladores eléctricos (Aselec) como de los fontaneros y de instalaciones térmicas (Aseif) —pertenecientes ambas a la federación del metal, Femeval—, el volumen de profesionales de cada sector que ha estado contribuyendo a esta recuperación sobre el terreno superaba el centenar el pasado 18 de noviembre, por lo que habrán sido más. Una voluntariedad organizada en las dos patronales mediante dos grupos de Whatsapp específicos y creados a las pocas horas del paso de la dana.


Desde Aldaia y otras localidades incidieron en la necesidad de la llegada de grúas plataforma para agilizar la retirada de vehículos. A este respecto, las fuentes pidieron la colaboración «de todas las compañías de seguros» para facilitar estos medios y desbloquear las calles.


Como explicaba a este periódico Magdalena Verdú, vicepresidenta de Aseif, tres semanas después de la riada, «ahora estamos en una segunda fase, que es la del gas». Sin embargo, durante estas semanas, las tareas de los fontaneros han ido «desde arreglar muchas bajantes y tuberías que se habían roto» a «ayudar a los bomberos a achicar agua» de los lugares anegados. «Contactamos con los ayuntamientos y el colegio de ingenieros para que nos comunicara cuáles eran las urgencias y, de ahí, los voluntarios han ido cogiendo», añade. Un trabajo —en un día, sin ir más lejos, ayudaron a recomponer el servicio a 290 viviendas, aunque es «imposible saber la cifra total» tras la dana, asegura Verdú— que se ha podido desempeñar gracias al esfuerzo de alrededor de 110 autónomos o pymes que han estado en las áreas golpeadas.


Es el caso de Mateo Carmona, quien junto a su hermano Pepe y los yernos de ambos —Adrián y Deri— han estado desde el primer momento «intentando ayudar en lo posible» con su empresa Fontanerías Carmona. Es el caso de Julio Flors, gerente de Ecoval Electricidad, situada en Puçol y que comenzó a llegar a la zona cero para «ayudar» el lunes 4. «La vivienda que veíamos que necesitaba servicio, la atendíamos. Le dábamos ese primer auxilio», reconoce este instalador que, en un primer momento, ‘desembarcó’ «en zonas que llevaban cinco o seis días sin luz». No en vano, según explican fuentes de Aselec, ha habido hasta 150 instaladores trabajando en intervenciones «de emergencia y reposición provisional del servicio eléctrico».